Tengo un remordimiento…
Abro una paréntesis.
No me gusta que me compadezcan por la enfermedad que tengo.
Es más, ser compadecido me molesta muchísimo.
Mucho, muchísimo!
Así como me molesta una persona.
Aquél que me pregunta cómo estoy, pero sólo para tener la conciencia tranquila.
Aquél que sabe por lo que estoy pasando yo…
O sea?
O sea que me dice “Yo sé por lo que estás pasando…”
Pero caramba, cómo sabes tú por lo que estoy pasando yo?
Ocúpate de tus carambas!Lo escribí en “Caramba!” que me había prometido usar sólo este término. Sólo que “caramba” no da bien la idea de lo que quiero decir.
Discúlpenme.
Qué carajos sabes tú de lo que estoy pasando yo?
No me jodas!
Perdónenme, pero a veces es necesario!
Si no puedes abstenerte, con tu cara triste, dime sólo “Me imagino por lo que estás pasando” o “No logro imaginar mínimamente por lo que estás pasando”.
O, aún mejor, deja de joderme! Ya te lo dije una vez que dejaras de joderme!
No en modo tan directo como lo estoy haciendo ahora. Hice un gran esfuerzo para hacértelo entender en modo domplomático.
Disculpa si te lo pregunto: por qué abriste esta paréntesis. Qué tiene que ver con el remordimiento?
En realidad no lo sé, no sé por qué abrí esta paréntesis… tenía ganas de abrirla y basta! No tiene nada que ver con el remordimiento.
Esperemos que lea esta historia.
Y esperemos que entienda de quién estoy hablando.
Ok, ok padre Luca.
Lo sé.
Tendré que ir a confesarme…
Pero esta vez sólo porque usé ese término nuevamente.
No porque escribí lo que pienso.
Cierro la paréntesis.
Regreso al remordimiento.
Se acuerdan cuando escribí en “Mony” que no recordaba de haber nunca dicho a mi papá que lo quería yo porque era obvio que lo quería?
Tampoco nunca se lo dije a mi mamá.
Muchas veces estuve a punto de decir esas palabras, hasta hubo los momentos oportunos. Con ambos, pero nunca logré decirlas…
Que sea claro: ellos no tenían necesidad de oírmelo decir. Sabían cuánto los quería yo. Quiero decir, un padre sabe si un hijo lo quiere o no por el modo en que se comporta. Sobre todo cuando el hijo tiene una cierta edad. Nunca les faltó mi afecto y siempre estuve presente en los momentos difíciles. Además, soy hijo único. En ese sentido tengo la conciencia tranquila. Tranquila, tranquila, de verdad.
Pensé en estas cosas mucho antes de que ellos murieran, o sea mucho antes de que yo me enfermara. De seguro no me he vuelto más bueno desde que me enfermé, es más…
He escrito varias veces que me considero “no bueno”.
Si sólo pudiera regresar al pasado les diría que los quiero mucho.
A ambos.
Claro que se los diría.
No tanto por ellos, sino por mí.
Para no tener el remordimiento de no habérselos dicho nunca.
“La vida se escribe en borrador y no nos es dado corregir sus páginas”, como diría Mauro Corona. El aforismo del escritor argentino Ernesto Sábato lo escuché decir, por primera vez a Mauro Corona, en una entrevista.
Mauro Corona, no Fabrizio Corona…
Rivolta d’Adda, lunes 20 de octubre 2014.