Domingo 21 de septiembre 2014, por la tarde.
“Ahora vemos una linda película, leí el libro sobre el que está basada”. Estas fueron las palabras que pronunció Mónica, apenas llegamos a casa, después de una rica comida en casa de mis suegros.
Título: “Bajo la misma estrella”.
Trama, para quien aún no la ha visto: dos adolescentes, ella enferma de cáncer, él también, se conocen, se enamoran, él muere.
Ah! Se me olvidaba, ella respira con la ayuda de un tanque de oxìgeno y a él le amputan una pierna.
Joder!
Pues entonces no me digas “ahora vemos una linda película”.Mejor dime “Ahora vemos una película dramática”. O sentimental, conmovedora, de las que te hacen llorar. Lo que quieras! Pero no me digas una linda película! Sobre todo si ya has leído el libro. Por lo menos uno se prepara psicológicamente.
O no?
OK no importa, una vez dicho ésto, vimos la película.
Cuando él muere, Mónica llora.
Tal vez pensando en mí…
Yo también tenía ganas de llorar, o tal vez lloré, no me acuerdo muy bien porque ha pasado mucho, muchísimo tiempo…
Pero si han pasado solo dos días!
Dí que lloraste!
Ten el valor de escribirlo!
Está bien, sí, lloré.
Pero poco!
Sólo una lagrimita.
Pero no lloré pensando en mí.
Lloré porque cuando tienes la seguridad de que tu futuro no es lo que imaginaste, te preocupas sólo por no dejar heridas profundas en los que se quedan.
Y finalmente sí, debo reconocerlo, Mónica tenía razón al decir que “Bajo la misma estrella” es una linda película.
Ospedale San Raffaele, martes 23 de septiembre 2014